La agresividad en gatos es un comportamiento que puede tener graves consecuencias tanto para el felino como para su cuidador. Sin embargo, como profesional, es fundamental que siempre trates de buscar la causa que lo produce ya que, en muchas ocasiones, se puede corregir. Además, en este artículo descubrirás algunas estrategias interesantes para manejar la situación, algo que podrías necesitar si un gato nervioso acude a su revisión con el veterinario.
Este contenido está principalmente orientado a nuestros estudiantes del Curso de Auxiliar Técnico de Veterinaria.
Los diferentes tipos de agresividad en gatos
Muchos animales, y la mayoría de depredadores, utilizan este tipo de comportamientos para poner fin a disputas territoriales o para protegerse de algo que les atemoriza. Y se trata de algo totalmente normal que en la naturaleza funciona muy bien, no así en el entorno doméstico.
A veces, la agresividad en gatos surge mientras están jugando con sus dueños. Quizá sucede porque se meten demasiado en el papel, pero lo cierto es que sus cuidadores pueden terminar llenos de arañazos o mordiscos. Esto es algo muy poco agradable y especialmente preocupante cuando sucede con niños pequeños.
También hay ocasiones, en las que la víctima del ataque es un tercero que nada tiene que ver con lo que ha sucedido. Y eso es algo que sucede a menudo en los gatos. Por ejemplo, una persona ha pisado su cola mientras caminaba, y el animal ha reaccionado mordiendo la pierna de otro que pasaba por allí. Es lo que se conoce como agresividad redirigida.
Por último, hay otro par de casos que debemos reseñar. Uno de ellos es el que se produce tras el parto. Durante los primeros meses de vida de las crías, las hembras pueden mostrarse demasiado protectoras con ellas, llegando a morder a quien se acerque.
También queremos mencionar la agresividad por dolor. En este caso, se produce cuando el felino está sufriendo alguna molestia física o enfermedad. Podríamos decir que eso le cambia el humor y favorece su agresividad.
Factores que incrementan la agresividad en gatos
Los gatos, al igual que sucede con los perros, deben acostumbrarse a estar cerca de los humanos desde que son pequeños. De hecho, esta es una de las razones por las que resulta tan difícil domesticar a un gato feral. Este período de socialización tiene que llevarse a cabo durante sus primeros meses, cuando tienen entre 2 y 8 semanas de vida. De lo contrario, pueden ver el contacto humano como algo negativo (miedo) y mostrar signos de agresividad.
Pero, incluso mascotas que eran tranquilas y pacíficas pueden volverse agresivas si se producen cambios drásticos en el entorno en el que viven. Las mudanzas son una de las causas principales para la aparición de la agresividad en gatos. Al tratarse de animales muy territoriales, n cambio de ubicación no suele sentarles bien. Pero también puede deberse a la llegada o a la marcha de alguno de los miembros de la familia, tanto humanos (por ejemplo, un bebé) como otras mascotas, o incluso a una reforma que ha cambiado los muebles o la distribución de la vivienda.
Otro de los posibles causantes de la agresividad es el estrés. Los gatos no llevan bien los cambios de rutina, la falta de estimulación o la suciedad. Por tanto, si su ambiente deja de ser propicio para ellos, terminan estresándose. Y esas emociones salen a la luz en forma de agresividad, pero también con pérdida de pelo, poco apetito, y muchas otras dolencias de índole órgano por componente de “estrés” que pueden ser difíciles de diagnosticar.
Señales de advertencia
¿Hay señales de la aparición de la agresividad en gatos? Sí, normalmente, antes de que se produzca un ataque de un gato agresivo, éste ofrece algunas señales de lo que se avecina. Y lo hace de una forma muy particular. Sus orejas quedarán pegadas a su cabeza y se inclinarán hacia atrás. Comenzará a gruñir, bufar o a emitir maullidos más agudos de lo normal. Además, tensará su cola y erizará su pelo y, en la mayoría de las ocasiones, encorvará su columna.
Si esto sucede, lo mejor es hacerse a un lado y evitar un enfrentamiento. De lo contrario, es muy probable que la situación sufra una escalada rápidamente.
¿Cómo manejar la agresividad felina?
No hay una fórmula mágica para poner fin a estos sucesos. Lo cierto es que los gatos no suelen ser buenos alumnos, y contar con un educador no pondrá solución al problema. Pero siempre es importante fijarse en los detalles y conocer qué ha llevado a esa situación. Para eso nada mejor que hacer una revisión veterinaria. Así, se puede descartar que haya una causa orgánica que produzca los episodios de agresividad.
Después, es posible que sea necesario enriquecer el ambiente, lo que se denomina medidas MEMO, en el que vive el animal. Quizá con más juguetes interactivos, con refugios que le permitan evadirse durante un rato de su entorno o con más escondites para dormir, entre otras medidas. Y, por supuesto, con estimulación social por parte de sus dueños.
Si hay signos de que el animal está estresado, también pueden aplicarse difusores de feromonas para que se relaje y conviene establecer rutinas que le permitan ubicarse mejor en todo momento.
Como has comprobado, son muchas las causas que pueden producir la agresividad en gatos. Llegar al fondo del asunto con cada animal es la clave para proponer la estrategia adecuada en cada caso para su resolución.