Conocer la clasificación de las heridas es fundamental para el personal de enfermería, y por eso en este artículo vamos a explicarte qué debes entender como herida y las diferentes clasificaciones que puedes hacer con cada una de ellas.
En el trabajo diario de enfermería, pocas cosas son tan frecuentes como encontrarse con una herida. Y aunque a simple vista parezca sencillo distinguirlas, saber exactamente qué tipo de lesión tenemos delante es clave para poder actuar con seguridad. Entender qué ha ocurrido, qué tejidos están implicados y qué riesgos existen marca la diferencia en los cuidados que ofreceremos.
¿Qué es una herida?
Podemos llamar herida a cualquier rotura de la piel o de las mucosas. Lo habitual es que, además de la zona visible, haya algún grado de daño en los tejidos más profundos. Estas lesiones pueden deberse a un corte, a un golpe, a una quemadura o incluso al contacto con sustancias químicas.
El aspecto, la profundidad y la localización influirán mucho tanto en su gravedad como en la evolución posterior.
Para un TCAE, identificar bien el tipo de herida es una herramienta fundamental para planificar unos cuidados adecuados desde el primer minuto.
Clasificación de las heridas según el mecanismo que las produce
Mirar cómo se generó la herida nos da mucha información sobre el tipo de daño y el riesgo de infección.
- Heridas incisas: producidas por objetos cortantes como cuchillos o bisturís. Suelen mostrar bordes limpios y un sangrado notable, aunque, bien atendidas, cicatrizan sin demasiados problemas.
- Punzantes: creadas por elementos puntiagudos, por ejemplo un clavo o una aguja. A veces parecen pequeñas, pero pueden profundizar bastante y eso complica su limpieza.
- Contusas: las típicas de un golpe. Puede que la piel esté intacta, pero por debajo pueden aparecer hematomas o incluso zonas de necrosis.
- Laceradas: son desgarros con bordes irregulares y tejido dañado. Suelen requerir más tiempo y cuidado para recuperarse.
- Heridas por arma de fuego: especialmente complejas, ya que el proyectil puede destruir varios tejidos a su paso y alcanzar cavidades internas.
- Lesiones por agentes químicos o térmicos: incluyen quemaduras, congelaciones y daños causados por sustancias corrosivas. Son heridas especiales porque en este caso hay destrucción tisular y el abordaje es especializado.

Clasificación según la profundidad
Es otra de las formas de clasificación de las heridas. Aquí lo importante es cuánto ha avanzado la lesión a través de las distintas capas de tejido:
- Superficiales: solo afectan a la epidermis. Suelen evolucionar bien con cuidados básicos.
- Heridas profundas: llegan a la dermis o incluso a estructuras como músculo o hueso. Necesitan una higiene rigurosa para prevenir infecciones.
- Penetrantes: atraviesan tejidos hasta alcanzar una cavidad corporal. Son potencialmente graves y requieren atención inmediata.
Clasificación de las heridas según el grado de contaminación
Este criterio nos orienta sobre el riesgo de infección:
- Limpias: sin contacto con suciedad ni secreciones. Cicatrizan con facilidad.
- Limpias-contaminadas: no muestran infección, pero podrían haber estado expuestas a mucosas.
- Contaminadas: lesiones originadas en un entorno sucio o con cuerpos extraños. Necesitan más vigilancia e incluso tratamiento antibiótico.
- Infectadas: presentan signos claros: calor, enrojecimiento, dolor, mal olor, pus o fiebre.
Clasificación según la evolución y el tipo de cicatrización
El cuerpo tiene varias formas de reparar una herida:
- Primera intención: la herida se cierra uniendo sus bordes con suturas o apósitos. El proceso es rápido y deja poca cicatriz.
- Segunda intención: ocurre cuando hay pérdida de tejido o infección. La reparación va desde el fondo hacia la superficie. Es un proceso más lento y requiere curas repetidas.
- Tercera intención o cierre diferido: se deja la herida abierta unos días, se controla la infección y después se sutura.
La observación continua de la herida permite detectar complicaciones a tiempo, como infecciones o cicatrices que evolucionan de forma anómala. La clasificación de las heridas de forma adecuada no es un paso administrativo, es la base para ofrecer cuidados seguros, personalizados y eficaces.
