Una electromiografía clínica es una técnica de diagnóstico que se emplea para evaluar los músculos y nervios relacionados. El objetivo con el que se plantea inicialmente esta prueba es detectar posibles anomalías. Entre las más típicas está la disfunción muscular o nerviosa. No obstante, también es posible detectar el defecto en el envío de señales entre músculos y nervios.
En resumen, podría decirse que es una técnica médica para observar posibles irregularidades en músculos o nervios. También es posible llegar a detectar problemas relacionados con ambos a la vez. El fin de la prueba es llegar a conocer el origen del problema en el caso de haberlo.
¿Cómo se realiza una electromiografía clínica?
La electromiografía clínica consiste en un procedimiento rápido y sencillo que tiene una duración aproximada de media hora a una hora. Se realiza en la propia consulta o laboratorio de neurofisiología, donde el paciente acude sin preparación previa. A diferencia de otras pruebas, no es necesario ingerir ningún alimento o medicamento ni acudir en ayunas.
Esta prueba se efectúa sobre los músculos que se cree que puedan estar afectados. Por ello, en algunos casos conviene desvestirse o no. Además, es frecuente que el paciente se tumbe para la exploración. Esto le permitirá relajarse y evitar el nerviosismo. En todo momento se aconseja al médico o sus auxiliares de enfermería que intenten mantener calmado al paciente. Hay que evitar que éste realice movimientos bruscos.
La electromiografía clínica se realiza con electrodos, que contienen una aguja muy fina. Esta aguja se pincha en las zonas de estudio para obtener un resultado fiable. Si bien es cierto que son bastante finas, muchos pinchazos pueden incomodar al paciente. Además, es frecuente que durante la exploración se muevan los electrodos. En ese caso se recomienda relajarse y comentárselo al médico para que dé un descanso.
Los electrodos captan la velocidad de propagación del estímulo nervioso que se ha lanzado a través de los nervios. De este modo, conociendo la velocidad teórica pueden observarse irregularidades. Estas lesiones se relacionan directamente con la pérdida de masa del músculo o la ausencia de fuerza en el mismo. Por ello, sirve para detectar problemas en músculo y/o nervios.
¿Qué tipos de electromiografía existen?
Los diferentes tipos de pruebas dependen fundamentalmente de cuál sea la sospecha del médico. Así, existen algunas variantes donde también varía el tamaño de la aguja del análisis.
Algunas de estas variantes son la electromiografía de fibra aislada, aunque también pueden realizarse otras relacionadas. Entre las más frecuentes, están electroneurografía, estudio de la unión neuromuscular o estimulación repetitiva.
En un primer análisis, el médico optará por una u otra. No obstante, si quedan dudas tras los resultados, podrán utilizarse otras adicionalmente.
¿Qué resultados puede dar esta técnica?
En muchas ocasiones, se tiene un síntoma bastante vago de la lesión. Pero los resultados de la electromiografía pueden determinar con precisión qué parte tenemos afectada. Esto es, decidir si el problema viene de un músculo, de un nervio en concreto o de toda una raíz nerviosa. En algunas ocasiones, la afectación es de varios elementos a la vez, algo que también puede detectarse.
Por otro lado, a través de la detección de la lesión y de su localización, puede concretarse el origen. Es decir, cuál es la causa que lo está originando y sobre la que hay que actuar. Imaginemos el caso de la diabetes, una enfermedad que apenas da señales hasta que es demasiado tarde. Localizando el origen de la afectación, puede aplicarse un tratamiento que frene el desarrollo de la enfermedad. Controlar la enfermedad que provocó inicialmente el daño puede resultar de gran ayuda.
Precauciones y complicaciones relacionadas
Esta técnica resulta algo invasiva, por lo que es preciso tomar en cuenta algunas precauciones. Los pinchazos pueden provocar la rotura leve de algunos vasos sanguíneos. Por eso, hay que tener especial cuidado con algunos fármacos que alteran la coagulación de la sangre. Entre ellos, destacamos algunos tan frecuentes como el ácido acetilsalicílico (conocido popularmente como aspirina). La ingesta de estos fármacos ha de ser comunicada al médico para que tenga especial precaución durante la exploración, ya que un consumo de anticoagulantes hará que los pinchazos sean de mayor riesgo al perderse más sangre.
Además, es necesario que el paciente acuda a la prueba de electromiografía después de ducharse y sin haber utilizado cremas o aceites corporales.
En cuanto a las complicaciones, reseñaremos que no suelen ser muy frecuentes. Sin embargo, pueden tener lugar como consecuencia de los pinchazos. En cuanto al sangrado exterior, la verdad es que es poco frecuente, salvo que se tome algún fármaco en particular. No obstante, sí pueden aparecer algunos hematomas internos. Por otro lado, hay un riesgo de infección por bacterias que pueden ser arrastradas desde el exterior.
En definitiva, una electromiografía clínica es una prueba muy recomendable si se sospecha de alguna alteración. Sin embargo, hay que estar seguros antes de realizarla, ya que puede resultar incómoda para el paciente.