Hoy, en las aulas de los centros de educación infantil y en las guarderías, conviven dos tipos de personas en apariencia semejantes, pero distintas en cuanto a cómo perciben las nuevas tecnologías. Ellos son los nativos digitales y los inmigrantes digitales.
En cuanto a los primeros, son los que han nacido en la era digital, de 1995 a la actualidad. Los segundos están representados por sus profesores y auxiliares quienes se han familiarizado con Internet ya siendo adultos. Se esfuerzan por educar y acompañar de la mejor manera el crecimiento de los más pequeños, pero ¿están preparados para formar a los nativos digitales? Para ello, deben aplicar la tecnología a sus tareas de enseñanza y cuidado. ¿Para qué? Fundamentalmente para enriquecer la experiencia de enseñanza-aprendizaje y potenciar el desarrollo de los protagonistas de la escena educativa: los peques.
Nativos digitales. Pantallas en dosis justas
Desde los dos o tres años, estos críos pertenecientes a la llamada «Generación Z» dominan las nuevas tecnologías. Tienen un manejo sorprendente de los dispositivos móviles, se mueven por la red como pez en el agua e interactúan con las pantallas y dispositivos digitales de un modo extraordinario. Seguro que lo notas a diario al observar el comportamiento de tus hijos, sobrinos, nietos o vecinos.
Los adultos, ya se trate de los padres o los docentes de estos nativos digitales, dudamos sobre cómo encauzar su crianza y educación. ¿Debemos prohibir las pantallas? ¿Pueden estos niños hacer un uso medido de los dispositivos? ¿Puedo regalarles una tablet? ¿A qué edad darles su primer móvil? Nos hacemos estas y otras muchas preguntas relacionadas. Sí, no eres la única persona que titubea a la hora de decir «sí» o «no» a las tecnologías.
Si bien no existen respuestas unánimes ni definitivas, lo cierto es que estos pequeños que ya asisten a guarderías o centros de educación infantil están familiarizados con las pantallas y continuamente observan a los adultos de su entorno interactuar con ellas. Por esta razón, la prohibición cabal no resulta una buena reacción. Encontrar el equilibrio parece ser la clave. Pero ¿cómo? Te lo contamos.
Tecnología en el aula: una nueva herramienta para el aprendizaje
Las nuevas generaciones juegan a hablar con un móvil por imitación a sus adultos. Aman acceder al teclado de un ordenador y tocan intuitivamente las pantallas táctiles. Respecto de esto último, una investigación de la Sociedad para la Investigación del Desarrollo Infantil de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) reveló en 2013 que los niños entre dos y tres años son más propensos a responder a pantallas táctiles que a las que no requieren de interacción, como la televisión.
Quienes en la actualidad apuestan por la inclusión de las nuevas tecnologías en el aprendizaje infantil señalan que aceleran el aprendizaje. Los que se oponen a estas propuestas educativas innovadoras alegan que resulta fundamental medir el tiempo que los niños pasan frente a las pantallas (el screen time) que, por esas edades (entre 2 y 5 años), no debería exceder de 1 hora diaria. Unos y otros no están necesariamente en aceras opuestas, pero sí hacen foco en las ventajas o las desventajas de la implementación de tecnología en la educación infantil respectivamente. Conócelas para tomar tus propias decisiones a conciencia.
Beneficios del uso de las tecnologías en la infancia
Internet permite la interacción social con personas de otros sitios y culturas. Y esto es algo nunca antes imaginado. Por otra parte, las nuevas tecnologías, en permanente cambio, formarán parte de su vida académica y profesional por lo que, cuanto antes las incorporen, mejor. Internet es rica en información y conocimiento para estos nativos digitales. También resulta una infinita fuente de entretenimiento que puede tener fines pedagógicos. Por último, los «pro-tecnología» fundamentan que los videojuegos contribuyen a agilizar la memoria y que favorecen la motricidad.
Potenciales peligros del uso de la tecnología
En exceso, el uso de las nuevas tecnologías puede contribuir al aislamiento, debido a que, de manera compulsiva, las pantallas favorecen el individualismo. También se dice que el uso no tutelado de Internet puede ser un factor determinante del sedentarismo en estos niños. En último término, como son una fuente inagotable de estímulos, su uso desmedido puede hacer que tengan problemas de concentración y se aburran con demasiada facilidad.
Sacando conclusiones
Es central destacar que más importante que el uso en sí es la función o el «para qué» de ese uso. Un videojuego porque sí y tomado al azar no tiene valor educativo ni razón de ser. Por ello, en la elección de qué tecnologías utilizar, con qué objetivos y para qué público infantil, debe primar el sentido común.
Para terminar, es preciso destacar que tanto docentes como auxiliares de jardín de infancia de escuelas de educación infantil y guarderías deben dosificar el tiempo de juego y aprendizaje frente a las pantallas. ¿Con qué fin? Para no generar en estos nativos digitales una obsesión fruto de un uso compulsivo y en exceso. Si esto se tiene en cuenta, el proceso de enseñanza-aprendizaje se enriquecerá notablemente.